lunes, 14 de septiembre de 2009

Retrato ciego - Mel


Fría, distante, soberbia, como por encima de todo.
De nariz recta, firme, contundente. Como tus manos, lánguidas, suaves y filosas, que toman las cosas con liviandad y cuidado, como si fueras a romper una de tus tiernas falanges...
Y eso que hoy no voy a hablar de tus ojos, que si no...
Siempre pensé en esa contradicción entre tus manos de porcelana y lo cruel de tu rostro. Rostro perfecto, anguloso, encuadrado por el relieve de unos pómulos bien delineados. De huesos fuertes, como el carácter, y de labios en rictus eterno de odio, tan bien delineados con ese rojo furioso, que trasluce tu maldad secreta.
Y eso que hoy no voy a hablar de tus ojos...
Y enmarcando ese rostro sin igual, tu piel volátil, etérea, blanquísima, que deja traslucir todo tu orgullo...
Y eso que no voy a hablar de tus ojos...
Y sin embargo, la sincronía de tus manos al rozarte el cabello le da a tu cara la ternura que le falta, aliviana lo hosco de tus labios y aquieta la rispidez de ... ay! , cierto que hoy no iba hablar de tus ojos...

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