viernes, 30 de julio de 2010

La lluvia - Jorge Luis Borges


Bruscamente la tarde se ha aclarado
Porque ya cae la lluvia minuciosa.
Cae o cayó. La lluvia es una cosa
Que sin duda sucede en el pasado.
Quien la oye caer ha recobrado
El tiempo en que la suerte venturosa
Le reveló una flor llamada rosa
Y el curioso color del colorado.
Esta lluvia que ciega los cristales
Alegrará en perdidos arrabales
Las negras uvas de una parra en cierto
Patio que ya no existe. La mojada
Tarde me trae la voz, la voz deseada,
De mi padre que vuelve y que no ha muerto.

De El hacedor, 1960

jueves, 29 de julio de 2010

Ausencia - Gabriela Mistral


Se va de ti mi cuerpo gota a gota.
Se va mi cara en un óleo sordo;
se van mis manos en azogue suelto;
se van mis pies en dos tiempos de polvo.

¡Se te va todo, se nos va todo!

Se va mi voz, que te hacía campana
cerrada a cuanto no somos nosotros.
Se van mis gestos que se devanaban,
en lanzaderas, debajo tus ojos.
Y se te va la mirada que entrega,
cuando te mira, el enebro y el olmo.

Me voy de ti con tus mismos alientos:
como humedad de tu cuerpo evaporo.
Me voy de ti con vigilia y con sueño,
y en tu recuerdo más fiel ya me borro.
Y en tu memoria me vuelvo como esos
que no nacieron ni en llanos ni en sotos.

Sangre sería y me fuese en las palmas
de tu labor, y en tu boca de mosto.
Tu entraña fuese, y sería quemada
en marchas tuyas que nunca más oigo,
¡y en tu pasión que retumba en la noche
como demencia de mares solos!

¡Se nos va todo, se nos va todo!


miércoles, 28 de julio de 2010

Autopsicografía - Fernando Pessoa


El poeta es un fingidor.
Finge tan completamente
que llega a fingir que es dolor
el dolor que de veras siente.

Y los que leen lo que escribe,
en el dolor leído sienten bien,
no los dos que él tuvo
mas sólo el que ellos no tienen.

Y así en los raíles
gira, entreteniendo la razón,
ese tren de cuerda
que se llama el corazón.

Traducción: Miguel Ángel Sepúlveda Espinoza

lunes, 26 de julio de 2010

X - Z (breve relato para un futuro guión) - Mel


Les contaré una brevísima historia sobre dos personas, que aquí serán personajes, y como tales, no tendrán nombres. Los llamaremos X y Z, sin más, sólo por capricho, aunque también un poco para preservar sus identidades.
La historia es larga y se remonta hasta hace varias décadas, pero no voy a contarla. Tampoco importa saberla. Sólo es imprescindible que conozcan el fuerte deseo que X tenía porque Z muriera, pese a la entrañable y profunda relación que los unía. (Obviamente, tampoco importará para la comprensión del relato qué tipo de relación era ésta). Tan enorme y necesario era este deseo, que X decidió, finalmente y contra todo prejuicio, terminar con la vida de Z. Con tal fin, X prepara, una noche cualquiera, con un pretexto cualquiera, una cena formidable: manjares y exquisiteces y vinos deliciosos. Todo a la luz de las velas y por supuesto, ambientado con la música favorita de Z.
Detrás de escena, X, con la misma delicadeza con que había preparado la cena, organiza y pone a punto un set completo de instrumentos mortuorios: veneno (para hormigas y para ratas), barbitúricos varios, coloridas anfetaminas, botellitas de Veronal, frasquitos con bencidina y tarritos con cianuro. Un par de pistolas de diferentes calibres, con y sin silenciador. Sogas, esposas y cuchillos varios bien afilados.
Bien, todo listo, Z llega a cenar. Hablan como siempre lo hacen cuando cenan, opinan como siempre, elogian los vinos como siempre, ríen y hasta tienen intercambios de opinión como siempre, para luego olvidar todo, claro, como lo hacen siempre.
Z disfruta cada charla, cada bocado, cada degustación del vino. X también, pero además piensa constantemente cómo lograr ver realizado su deseo. Desea entre copa y copa, y más aún entre el primer y el segundo plato. ¿Con cuál de todos sus instrumentos matar a Z? Repasa en su memoria profesional y en la ordinaria los pro y los contra de cada forma de muerte. Luego ya piensa en la muerte en general. Tanto piensa en la muerte, que comienza a llenarse de muerte. Todo a su alrededor es muerte: la comida, el vino, la música, la noche, las velas, la vida es muerte, su vida es muerte. X se llena de muerte...
Lo que resta saber es que X murió, impredecible e inesperadamente, de un paro cardíaco, sin causa aparente y mientras cenaba con Z, quien cuando volvía de declarar los hechos al juez de turno, resguardado por la noche ahora llena de vida, se metió las manos en los bolsillos, tomó una bocanada de aire citadino, y sonrió, feliz.

sábado, 24 de julio de 2010

Antes del odio - Miguel Hernández


Beso soy, sombra con sombra.
Beso, dolor con dolor,
por haberme enamorado,
corazón sin corazón,
de las cosas, del aliento
sin sombra de la creación.
Sed con agua en la distancia,
pero sed alrededor.

Corazón en una copa
donde me lo bebo yo
y no se lo bebe nadie,
nadie sabe su sabor.
Odio, vida: ¡cuánto odio
sólo por amor!

No es posible acariciarte
con las manos que me dio
el fuego de más deseo,
el ansia de más ardor.
Varias alas, varios vuelos
abaten en ellas hoy
hierros que cercan las venas
y las muerden con rencor.
Por amor, vida, abatido,
pájaro sin remisión.
Sólo por amor odiado,
sólo por amor.

Amor, tu bóveda arriba
y no abajo siempre, amor,
sin otra luz que estas ansias,
sin otra iluminación.
Mírame aquí encadenado,
escupido, sin calor,
a los pies de la tiniebla
más súbita, más feroz,
comiendo pan y cuchillo
como buen trabajador
y a veces cuchillo sólo,
sólo por amor.

Todo lo que significa
golondrinas, ascensión,
claridad, anchura, aire,
decidido espacio, sol,
horizonte aleteante,
sepultado en un rincón.
Esperanza, mar, desierto,
sangre, monte rodador:
libertades de mi alma
clamorosas de pasión,
desfilando por mi cuerpo,
donde no se quedan, no,
pero donde se despliegan,
sólo por amor.

Porque dentro de la triste
guirnalda del eslabón,
del sabor a carcelero
constante, y a paredón,
y a precipicio en acecho,
alto, alegre, libre soy.
Alto, alegre, libre, libre,
sólo por amor.

No, no hay cárcel para el hombre.
No podrán atarme, no.
Este mundo de cadenas
me es pequeño y exterior.
¿Quién encierra una sonrisa?
¿Quién amuralla una voz?
A lo lejos tú, más sola
que la muerte, la una y yo.
A lo lejos tú, sintiendo
en tus brazos mi prisión,
en tus brazos donde late
la libertad de los dos.
Libre soy. Siénteme libre.
Sólo por amor.

martes, 20 de julio de 2010

Los amigos - Julio Cortázar


En el tabaco, en el café, en el vino,
al borde de la noche se levantan
como esas voces que a lo lejos cantan
sin que se sepa qué, por el camino.

Livianamente hermanos del destino,
dióscuros, sombras pálidas, me espantan
las moscas de los hábitos, me aguantan
que siga a flote entre tanto remolino.

Los muertos hablan más pero al oído,
y los vivos son mano tibia y techo,
suma de lo ganado y lo perdido.

Así un día en la barca de la sombra,
de tanta ausencia abrigará mi pecho
esta antigua ternura que los nombra.

lunes, 19 de julio de 2010

Los Ojos - Silvina Ocampo


Como Casandra yo escuché tu paso
en las baldosas de la galería.
Como ella, adivinaba yo en los días
y en la voz recurrente del ocaso
lo que ocultabas y conozco tanto.
Ciega, sola, atenta penetré
en tu velado reino y consagré
bajo sus plantas, al rencor, mi espanto.

Transformabas el mundo en un desierto.
Como a Casandra no quisiste oírme.
Pensando junto al río sólo en irme,
en la noche incesante busqué el puerto.
Al ver los astros, con aristas, rojos,
sabía que el infierno era mirarte
y volver a tu lado y no olvidarte.
¡Ah, por qué no quemé más bien mis ojos!

¡Vanas son las mentiras y las guerras!
Nuestros ojos traicionan nuestra cara;
la vuelven transparente, fría y clara
como el agua en la orilla de las tierras.
No me perdonarás de haber llorado:
no me lo perdonabas, yo tampoco.
Tus noches y tus días los evoco.
¡Por qué con tanto amor me has engañadol

Símbolos tiene la desesperanza,
propiedades antiguas y suntuosas,
A veces tiene cosas muy preciosas.
Como la muerte, siempre nos alcanza.
Con el rostro de piedra, de la ira,
por tu amor me acerqué a sus pabellones.
Ah, fue triste en los pérfidos frontones
de sus oscuras torres tu mentira.

Vi que en su primavera con glicinas,
la languidez secreta de las ramas,
las canciones del mirlo, las retamas,
la vegetal constancia que germina,
urden una ávida y común tortura
a ejemplo de esos ramos en la muerte
que simbolizan con un lujo inerte
la soledad, el polvo, la locura.

Vi al pie de las columnas los despojos
de las fiestas en sueño, de la aurora;
te seguí paso a paso, hora por hora,
más que tu sombra guiada por tus ojos.
Oscuros en tu cuarto me rodeaban
los muebles habituales: los abismos
labraban en desorden cataclismos
mientras las furias su clamor callaban.

En los iridiscentes labios rojos
de alguna flor resplandecía el alma
del céfiro purísimo en su calma:
mas yo estaba cegada por tus ojos.
La llanura, la nieve o la montaña
me recibía reconciliadora:
y persistía entre árboles sonora
la dicha exigua que la duda empaña.

Vi caras, muchas caras previsibles;
todos mis diálogos fueron falaces;
escuché de las voces los compases
sin oír las palabras más sensibles;
proyecté formas de mi destrucción.
En las ciudades, en la calle sucia,
en los sórdidos parques, sin astucia
llegué al infierno con obstinación.

Como alas nacen del cansancio arrojos
busqué por todas partes el horror,
el desencanto pacificador
como los santos porque vi tus ojos.
Y conseguí morir perfectamente
sin ningún esplendor como soñaba
sola en el iris gris que me aterraba
viendo tus ojos incesantemente.

jueves, 15 de julio de 2010

La Muerte de Artemio Cruz (fragmento) - Carlos Fuentes


Yo sé que me atraviesan la piel del antebrazo con esa aguja; grito antes de sentir dolor alguno; el anuncio de ese dolor viaja a mi cerebro antes de que la piel lo sienta… ah… a prevenirme del dolor que sentiré… a ponerme en guardia para que me dé cuenta… para que sienta el dolor con más fuerza… porque… darse cuenta… debilita… me convierte en víctima… cuando me doy cuenta… de las fuerzas que no me consultarán… no me tomarán en cuenta… ya: los órganos del dolor… más lentos… vencen a los de mi reflejo… dolor que ya no es… el de la inyección… sino el mismo… yo sé… que me tocan el vientre… con cuidado… el vientre abultado… pastoso… azul… lo tocan… no lo aguanto… lo tocan… con esa mano enjabonada… ese rastrillo que me afeita el vientre, el pubis… no lo aguanto… grito… debo gritar… me sujetan… los brazos… los hombros… grito que me dejen… me dejen morir en paz… no me toquen… no tolero que me toquen… ese estómago inflamado… sensitivo… como un ojo llagado… no tolero… no sé… me detienen… me apoyan… no se mueven mis intestinos… no se mueven, ahora lo siento, ahora lo sé… los gases abultan, no salen, paralizan… no fluyen esos líquidos que debían fluir, ya no fluyen… me hinchan… lo sé… no tengo temperatura… lo sé… no sé para dónde moverme, a quién pedir auxilio, dirección, para levantarme y andar… pujo… pujo… no llega la sangre… sé que no llega a donde debía llegar… debía salirme por la boca… por el ano… no sale… no saben… adivinan… me palpan… palpan mi corazón acelerado… tocan mi muñeca sin pulso… me doblo… me doblo en dos… me toman de los sobacos… me duermo… me recuestan… me doblo… me duermo… les digo… debo decirles antes de dormirme… les digo… no sé quiénes son… “Cruzamos el río… a caballo”… huelo mi propio aliento… fétido… me recuestan… se abre la puerta… se abren las ventanas… corro… me empujan… veo el cielo… veo las luces borradas que pasan frente a mi vista… toco… huelo… veo... gusto… oigo… me llevan… paso junto… junto… por un corredor… decorado… me llevan… paso junto tocando, oliendo, gustando, viendo, oliendo las tallas suntuosas —las taraceas opulentas— las molduras de yeso y oro— las cajoneras de hueso y carey —las chapas y aldabas— los cofres con cuarterones y bocallaves de hierro —los olorosos escaños de ayacahuite— las sillerías de coro —los copetes y faldones barrocos— los respaldos combados— los travesaños torneados —los mascarones policromos— los tachones de bronce— los cueros labrados —las patas cabriolas de garra y bola— los sillones de damasco —las casullas de hilo de plata— los sofás de terciopelo— las mesas de refectorio— los cilindros y las ánforas— los tableros biselados —las camas de baldaquín y lienzo— los postes estriados —los escudos y las orlas— los tapetes de merino —las llaves de fierro —los óleos cuarteados —las sedas y las cachemiras— las lanas y las tafetas —los cristales y los candiles— las vajillas pintadas a mano —las vigas calurosas— eso no lo tocarán… eso no será suyo… los párpados… hay que abrir los párpados… que abran las ventanas… ruedo… las manos grandes… los pies enormes… duermo… las luces que pasan frente a mis párpados abiertos… las luces del cielo… abran las estrellas… no sé…

martes, 13 de julio de 2010

Gustav Klimt: su biografía


Gustav Klimt (14 de julio, 1862 – 6 de febrero, 1918) fue un pintor simbolista austríaco, y uno de los más conspicuos representantes del movimiento modernista de la secesión vienesa. Klimt pintó lienzos y murales con un estilo personal muy ornamentado, que también manifestó a través de objetos de artesanía, como los que se encuentran reunidos en la Galería de la Secesión vienesa. Intelectualmente afín a cierto ideario romántico, Klimt encontró en el desnudo femenino una de sus más recurrentes fuentes de inspiración. Sus obras están dotadas de una intensa energía sensual, reflejada con especial claridad en sus numerosos apuntes y esbozos a lápiz, en cierto modo herederos de la tradición de dibujos eróticos de Rodin e Ingres. Klimt se convirtió en un personaje muy notable en la alta sociedad vienesa, y estuvo relacionado de un modo u otro con los más notables círculos intelectuales del momento, en una época en la que Viena estaba dejando de ser la capital mundial del arte. Klimt nació en Baumgarten, cerca de Viena, el segundo de siete hijos (tres chicos y cuatro chicas). Ya desde la infancia, los tres hijos varones mostraron inclinaciones artísticas, que podían haber heredado tanto de su padre, Ernst Klimt (1832-1892) que era grabador de oro como de su madre, Anna Klimt (Finster, de soltera), cuya ambición frustrada era dedicarse al canto. Klimt vivió en una relativa pobreza la mayor parte de su infancia, en tanto que como familia de inmigrantes, el trabajo escaseaba tanto como las oportunidades de promoción social. Fue por tanto sólo gracias a su talento que en 1876, con catorce años, recibió una beca para estudiar en la Kunstgewerbeschule, la Escuela de Artes y Oficios de Viena, donde se formaría hasta 1883 como pintor y decorador de interiores. Sus maestros fueron Michael Rieser, Ludwing Minnigerode y Karl Hrachowina. Klimt admiraba y reverenciaba al entonces pintor de moda, Hans Makart, y se sometió gustoso a los dictados de una educación artística clasicista. Es por ello que su obra temprana puede considerarse académica. En 1877 su hermano Ernst -que con el tiempo se convertiría en grabador, como su padre- también fue admitido en la escuela. Los dos hermanos, con la compañía de su amigo común Franz Matsch, comenzaron a trabajar juntos: Hacia 1880 ya gestionaban modestos encargos como un colectivo que se hacía llamar la "Compañía de artistas", colaborando como asistentes de su profesor en la decoración del Kunsthistorisches Museum de Viena. Klimt comenzó su carrera individual como pintor de interiores en grandes edificios públicos de la Ringstraße, desarrollando ya algunos temas alegóricos que posteriormente se convertirían en un rasgo distintivo de su obra.
En 1888, Klimt recibió la Orden de Oro al Mérito de manos del Emperador Francisco José I de Austria por su trabajo en los murales del Burgtheater de Viena. Fue nombrado miembro honorario de las universidades de Múnich y Viena, y para cuando en 1892 su padre y su hermano Ernst murieron, Klimt estaba en condiciones de soportar la carga económica de sus parientes. La tragedia familiar pesó también en su expresión artística, y marcó el inicio de la definición de su estilo personal. A principios de la década de 1890, Klimt conoció también a Emilie Flöge, quien aparentemente soportó las constantes aventuras amorosas del artista y se convertiría en su compañera hasta el final de su vida. El componente sexual de esta relación ha sido objeto de cierta discusión, aunque está documentado que Klimt tuvo al menos catorce niños durante esta relación.

La Secesión vienesa

Klimt se convirtió en uno de los miembros fundadores -y presidente- de la Wiener Sezession, un grupo de artistas fundado en 1897, y del colectivo temporal "Ver Sacrum" (la "Sagrada Primavera"). La Sezession había surgido como una alternativa independiente a los artistas promocionados por la Academia vienesa -de la que el mismo Klimt había formado parte en su juventud-. Entre sus objetivos se contaban la promoción de artistas jóvenes, la exhibición de obras producidas en el extranjero y la publicación de una revista sobre las principales obras realizadas por los miembros. A diferencia de la mayoría de los grupos de vanguardia, el grupo nunca redactó un manifiesto, y tampoco se definió por una determinada dirección estilística: entre sus miembros se contaban naturalistas, realistas y simbolistas. El grupo encontró cierto apoyo gubernamental -aunque sus obras eran generalmente detestadas- y pudo construir una sala de exposiciones permanente sobre un solar cedido por las autoridades. Los artistas de la Sezession tomaron a Palas Atenea, la diosa griega de la sabiduría y la justicia como su símbolo. Klimt, que realizó una aproximación bastante radical a la imagen de la diosa en 1898, estuvo adscrito a este colectivo hasta 1908.
En 1894, Klimt había recibido el encargo de crear tres pinturas para decorar el techo del Aula Magna de la Universidad de Viena. Inacabadas hasta el fin de siglo, estas tres obras -Filosofía, Medicina y Jurisprudencia- fueron muy criticadas por lo radical de su enfoque y su propia representación, que algunos consideraron "pornográfica". Klimt adaptaba la forma clásica de la alegoría y su simbolismo convencional, dándole forma con su propio lenguaje plástico, abiertamente sexual y de matices provocativos. El clamor fue general: protestaron políticos, pero también personalidades relacionadas con el mundo del arte y la moral pública. La universidad decidió finalmente no colocar las obras de Klimt, y éste no volvería a admitir encargos a partir de entonces. En 1899, Klimt se confirmó en su estilo: Provocadora y llena de turbadora energía, su Nuda Veritas -la "Verdad desnuda"- suponía un paso adelante en su estética personal, pero también constituía una declaración de principios, casi un desafío, dirigido principalmente a los críticos de su obra más conservadores: El crudo desnudo frontal de una mujer, sosteniendo un alegórico "espejo de la verdad", iba coronado con una conocida sentencia de Schiller: Si no puedes agradar a todos con tus méritos y tu arte, agrada a pocos. Agradar a muchos es malo.

En 1902, Klimt concluyó su trabajo en el Friso de Beethoven a tiempo para la XIV exposición de los secesionistas vieneses, que se había organizado a modo de homenaje al compositor, y en la que se presentaba una monumental escultura policromada de Max Klinger. Destinado a ser expuesto temporalmente, el friso fue pintado directamente sobre la pared con una técnica ligera. Tras la exposición, sin embargo, el friso fue conservado, si bien no volvió a ser expuesto en público hasta 1986. Al año siguiente Klimt viajó por Italia, visitando Florencia, Venecia y Rávena, y descubriendo los mosaicos bizantinos de las iglesias de San Vital y San Apolinar. Comenzaba entonces lo que algunos críticos han interpretado como la etapa de madurez artística del pintor: liberado de encargos públicos, Klimt había comenzado en 1890 a viajar con la familia Flöge al lago Attersee, donde realizó numerosos paisajes. Estas obras se convirtieron en una excepción en el corpus de Klimt, dedicado desde siempre a la figura con enérgica devoción:
"No existe ningún autorretrato mío. No me interesa mi propia personalidad como objeto de un cuadro, sino más bien me interesan otras personas, en especial mujeres, otras apariencias…estoy convencido de que como persona no soy especialmente interesante".
Klimt fue un pintor enérgico y arrebatado,10 y sus propios parientes comentaban sorprendidos sobre su dedicación:
“Cada noche venía a casa, tomaba la cena en silencio y se iba a la cama… Cuando había descansado, retomaba con tal ímpetu el trabajo que a menudo pensábamos que las llamas de su genialidad lo consumirían vivo…”
Estilísticamente, los paisajes realizados en aquella temporada se caracterizaban por el mismo refinado diseño ornamental y por un enfático uso de motivos compositivos. El espacio pictórico aparece "aplanado" de un modo tan rotundo que algunos críticos han señalado la posibilidad de que Klimt los pintase sirviéndose de algún tipo de catalejo.
La "etapa dorada" de Klimt vino determinada por un progresivo acercamiento de la crítica y un gran éxito comercial. Muchas de sus pinturas de este período incorporan pan de oro a la pintura, aunque éste era un medio que Klimt ya había utilizado esporádicamente desde 1898 (Pallas Athene) y su primera versión de Judith, de 1901. Tras regresar de su viaje italiano, Klimt participó en la decoración del suntuoso palacio Stoclet, hogar de un opulento magnate belga. Este edificio se convertiría en la síntesis del Art Nouveau centroeuropeo. La aportación de Klimt -representada por El Cumplimiento y La Expectación- significaron el clímax de su energía creativa, y tal como él mismo afirmó, "posiblemente el último paso de mi desarrollo de la ornamentación".12 Las obras más notables realizadas en esta etapa fueron sin embargo el Retrato de Adele Bloch-Bauer I (1907) y El beso (1907-1908). Paralelamente, Klimt realizó retratos de diversas damas de la alta sociedad vienesa, normalmente envueltas en pieles. Es posible que muchos de los modelos que Flöge luce en algunas fotografías tomadas por el autor fuesen diseñados por el mismo artista. Tal como se aprecia en muchas fotografías, Klimt solía vestir túnica y sandalias cuando estaba en su casa. Llevaba una vida bastante sencilla, completamente absorbido por su trabajo y su familia, y exceptuando algunos encuentros con otros artistas de la Sezession, Klimt solía evitar los encuentros de sociedad y los círculos intelectuales "de café". Pese a su imagen de libertino, Klimt también llevaba su activa vida sexual discretamente, y aunque se rodeaba de modelos femeninas de muy diversa categoría social, nunca se vio personalmente envuelto en ningún escándalo público. Atraídos por su gran fama, algunos clientes que acudían a su casa solían descubrir que Klimt podía permitirse ser muy selectivo antes de aceptar un encargo.
Una vez admitido un encargo, el artista iniciaba su particular método de trabajo, tras largas meditaciones y aún más prolongadas sesiones de posado de modelos. La naturaleza abiertamente erótica de sus obras solía verse "suavizada" por un enfoque alegórico, o simbólico, que la hacía de algún modo más admisible para la pacata opinión pública de la burguesía vienesa. Klimt nunca destacó por su carácter teórico. No escribió apenas nada sobre su visión artística o sus métodos. Del mismo modo, nunca llevó un diario, y su correspondencia se limita a algunas postales enviadas a Flöge.

Vejez y fama póstuma

En 1911, gracias a La vida y la muerte, Klimt es galardonado con el primer premio de la Exposición Universal de Roma. En 1915, murió su madre, Anna. Tres años más tarde, tras haber pasado un infarto, neumonía y la llamada gripe española, Klimt falleció. El artista, en su lecho de muerte, preguntó por Emilie Flöge, veinte años menor que él y con la que nunca quiso contraer matrimonio. En su taller dejó inacabadas gran cantidad de obras.
Las obras de Klimt han batido algunos récords en las subastas de arte. En noviembre de 2003, un paisaje de Attersee fue vendido por 29 millones de dólares, una cifra que pronto quedó eclipsada por los precios finales de otras de sus obras. En 2006, el primer retrato de Adele Bloch-Bauer fue vendido en la Neue Galerie de Nueva York por 135 millones de dólares, superando así el récord establecido por el Chico con pipa (1905) de Picasso (vendido el 5 de mayo de 2004 por 104 millones de dólares). El 7 de agosto de 2006, la casa de pujas Christie's anunció la subasta de un nuevo lote de obras de Klimt, obras que habían sido recuperadas por Maria Altman y sus herederos tras un largo pleito que les enfrentó al gobierno austríaco. Finalmente, el segundo retrato de Adele Bloch-Bauer fue subastado en noviembre de 2006 -convirtiéndose en la tercera obra de arte más cara de la historia-, el Manzano, I (aprox. 1912) fue vendido por 33 millones, el Bosque de abedules (1903) por más de 40 millones de dólares,20 y las Casas en Unterach, en el lago Atter (1916) por otros 31 millones. En total, las cinco piezas representan un valor total de 327 millones de dólares.


Estilo y temas recurrentes

La obra de Klimt se ha identificado con la suntuosa decoración basada en dorados y elementos ornamentales de vivos colores, aunque también con formas fálicas encubiertas que indican el carácter de los dibujos en que se inspiraban. En la primera versión de Judith, por ejemplo, aunque también en El beso y, sobre todo, en la Dánae de 1907 aparecen elementos abstractos de un carácter sexual inconfundible. Siendo la mujer uno de los temas más recurrentes de Klimt, resulta lógico que el artista representase muchas de las facetas del carácter femenino, aunque sentía especial predilección por un tipo de mujer agresiva y dominante que podría identificarse con el modelo icónico de la femme fatale. Los historiadores del arte coinciden en señalar el carácter ecléctico de su estilo pictórico; y se han apuntado, entre otras, referencias al arte del antiguo Egipto, a la cultura Micénica, a la Grecia clásica y al arte bizantino. Hombre de formación clásica, Klimt no sentía sin embargo reparo en manifestar su entusiasmo por el arte de artistas medievales -como Durero- o exóticos -como los artistas de la escuela Rinpa japonesa. Sus obras de madurez se caracterizan por un rechazo de sus inicios naturalistas, siendo así que se ha señalado el progresivo desarrollo de motivos simbólicos o abstractos que enfatizaban la libertad de espíritu que impregnó todas las vanguardias artísticas de principios del siglo XX. Del mismo modo, resulta significativo el valor de la línea en su obra. Sus dramáticas composiciones -utilizando a veces extraños puntos de vista, planos verticales y cortes atípicos- subrayan el carácter innovador de su plástica, y anticipan el valor expresivo de la línea que caracterizará el expresionismo posterior.

Legado

La obra de Klimt tuvo una enorme influencia sobre todo el grupo de la Secesión Vienesa. En su papel de líder del grupo, Klimt no sólo fue una poderosa influencia para artistas como Egon Schiele, sino que trató de apoyar la obra de estos jóvenes talentos con la institución del Küntshalle, en 1917, con el que pretendía evitar el éxodo de artistas al extranjero. Su relación con la aristocracia y la intelectualidad vienesas le permitió un contacto estrecho con las personalidades más importantes del continente, como Oskar Kokoschka y Alma Mahler, entre otros. Su estética inconfundible, y cierto aroma decadentista con que se suele identificar su obra, lo han convertido en un referente ineludible de la moda y la estética contemporáneas. Las astronómicas cifras alcanzadas en subastas de sus obras prueban, en cierto modo, que el éxito comercial de Klimt no ha decaído, un siglo después de su muerte. También se han realizado películas sobre su vida -la más conocida de ellas, protagonizada por John Malkovich, fue estrenada el 28 de enero de 2006 durante el Festival Internacional de Cine de Rotterdam (Holanda).

Fuente: http://es.wikipedia.org/wiki/Gustav_Klimt

Gustav Klimt - Su obra











El ángel Bueno - Rafael Alberti


Vino el que yo quería
el que yo llamaba.
No aquel que barre cielos sin defensas.
luceros sin cabañas,
lunas sin patria,
nieves.
Nieves de esas caídas de una mano,
un nombre,
un sueño,
una frente.
No aquel que a sus cabellos
ató la muerte.
El que yo quería.
Sin arañar los aires,
sin herir hojas ni mover cristales.
Aquel que a sus cabellos
ató el silencio.
Para sin lastimarme,
cavar una ribera de luz dulce en mi pecho
y hacerme el alma navegable.

sábado, 10 de julio de 2010

Alma Ausente - Federico García Lorca


No te conoce el toro ni la higuera,
ni caballos ni hormigas de tu casa.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.
No te conoce el lomo de la piedra,
ni el raso negro donde te destrozas.
No te conoce tu recuerdo mudo
porque te has muerto para siempre.
El otoño vendrá con caracolas,
uva de niebla y montes agrupados,
pero nadie querrá mirar tus ojos
porque te has muerto para siempre.
Porque te has muerto para siempre,
como todos los muertos de la Tierra,
como todos los muertos que se olvidan
en un montón de perros apagados.
No te conoce nadie. No. Pero yo te canto.
Yo canto para luego tu perfil y tu gracia.
La madurez insigne de tu conocimiento.
Tu apetencia de muerte y el gusto de su boca.
La tristeza que tuvo tu valiente alegría.
Tardará mucho tiempo en nacer, si es que nace,
un andaluz tan claro, tan rico de aventura.
Yo canto su elegancia con palabras que gimen
y recuerdo una brisa triste por los olivos.