lunes, 31 de agosto de 2009

Frida Kahlo

Kahlo, Frida (1907-1954), pintora mexicana que realizó principalmente autorretratos, en los que utilizaba una fantasía y un estilo inspirados en el arte popular de su país. Hija del fotógrafo judioalemán Guillermo Kahlo, Frida nació en Coyoacán, en el sur de Ciudad de México. A los 16 años, cuando era estudiante en la Escuela Nacional Preparatoria de esta ciudad, resultó gravemente herida en un accidente de camión y comenzó a pintar durante su recuperación. Tres años más tarde le llevó a Diego Rivera algunos de sus primeros cuadros para que los viera y éste la animó a continuar pintando. En 1929 se casaron.
Influida por la obra de su marido, adoptó el empleo de zonas de color amplias y sencillas plasmadas en un estilo deliberadamente ingenuo. Al igual que Rivera, quería que su obra fuera una afirmación de su identidad mexicana y por ello recurría con frecuencia a técnicas y temas extraídos del folklore y del arte popular de su país. Más adelante, la inclusión de elementos fantásticos, claramente introspectivos, la libre utilización del espacio pictórico y la yuxtaposición de objetos incongruentes realzaron el impacto de su obra, que llegó a ser relacionada con el movimiento surrealista.

Sus cuadros representan fundamentalmente su experiencia personal: los aspectos dolorosos de su vida, que transcurrió en gran parte postrada en una cama, son narrados a través de una imaginería gráfica. Expresa la desintegración de su cuerpo y el terrible sufrimiento que padeció en obras como La columna rota (1944, colección Dolores Olmedo, Ciudad de México), en la que aparece con un aparato ortopédico de metal y con el cuerpo abierto mostrando una columna rota en lugar de la columna vertebral. Su dolor ante la imposibilidad de tener hijos lo plasma en Hospital Henry Ford (1932, colección Dolores Olmedo), en la que se ve a un bebé y varios objetos, como un hueso pélvico y una máquina, diseminados alrededor de una cama de hospital donde yace mientras sufre un aborto. Otras obras son: Unos cuantos piquetitos (1935, colección Dolores Olmedo), Las dos Fridas (1939, Museo de Arte Modernos de México) y Sin esperanza (1945, Dolores Olmedo).

Expuso en tres ocasiones. Organizó las exposiciones de Nueva York de 1938 y de París de 1939 a través de sus contactos con el poeta y ensayista surrealista francés André Breton. En abril de 1953 expuso por primera vez en la galería de Arte Contemporáneo de Ciudad de México. Un año después murió. El matrimonio Kahlo-Rivera fue miembro del Partido Comunista Mexicano. El día de su entierro, el féretro de Frida fue cubierto con la bandera del partido, un hecho que fue muy criticado por toda la prensa nacional. Su casa de Coyoacán fue transformada en Museo y lleva su nombre.























Instantáneas del bar - Mel


El tipo hacía y deshacía cuentas en su cuaderno,
afinaba la mina del lápiz, sacaba números de su calculadora.
El pibe se abría paso en el salón,
mezcla de laberinto de mesas y desparramo de sillas.
El tipo se rascaba la cabeza
en busca de un razonamiento que nunca llegaba.
El pibe con una ingenuidad envidiable
pedía monedas a cambio de dicha condensada en estampitas.
Y en ese momento el único mundo del tipo eran las cuentas,
los números que no salían, la corbata que ya molestaba.
Y en ese momento, juntar unos pesos
era el único objetivo probable para el pibe.
El tipo daba vuelta las hojas buscando soluciones,
el pibe daba vuelta los ojos suplicando que alguno
sacara las preciadas monedas de los ociosos bolsillos.
Y los dos, en sus mundos, veían sus realidades imposibles,
ambos sumergidos en sus océanos dialécticos
no hallaban respuestas satisfactorias entre el murmullo y el olor a café del bar.
El tipo entre hojas y borrones, nunca vio al pibe ni al santo en estampita;
habrá visto el pibe los ojos impotentes del tipo?
Y el tipo se hundía más y más en el fango de sus números,
y el pibe, seguro una vez más, se lastimaba con la indiferencia general.
Ambos, a su manera, con su estilo y educación,
se ignoraron sabia y prolijamente.
El tipo quizás alguna vez
encuentre una solución que tranquilice su vapuleada inteligencia;
el pibe quizás pueda alguna vez,
tan sólo una vez,
salir del laberinto de mesas en el que transcurre su vapuleada vida,
y obtenga algo más que unas monedas.

domingo, 30 de agosto de 2009

Poema en Forma de Mujer Que Dicen Temeroso, Matutino, Inútil - Camilo José Cela


Ese amor que cada mañana canta
y silba, temeroso, matutino, inútil
(también silba)
bajo las húmedas tejas de los más solitarios corazones
-¡Ave María Purísima!-

y rosas son, o escudos, o pajaritas recién paridas,
te aseguro que escupe, amoroso
(también escupe)
en ese pozo en el que la mirada se sobresalta.
Sabes por donde voy:

tan temeroso
tan tarde ya
(también tan sin objeto).
Y amargas o semiamargas voces que todos oyen
llenos de sentimiento,

no han de ser suficientes para convertirme en ese dichoso,
caracol al que renuncio
(también atentamente).
Un ojo por insignia,
un torpe labio,

y ese pez que navega nuestra sangre.
Los signos de oprobio nacen dulces
(también llenos de luz)
y gentiles.
Eran
-me horroriza decirlo-
muchos los años que volqué en la mar
(también como las venas de tu garganta, teñida de un tímido color).

Eran
-¿por qué me lo preguntas?-

dos las delgadas piernas que devoré.
Quisiera peinar fecundos ríos en la barba
(también acariciarlos)
e inmensas cataratas de lágrimas
sin sosiego,

desearía, lleno de ardor, acunar allí mismo donde nadie se atreve a
levantar la vista.
Un muerto es un concreto
(también se ríe)
pensamiento que hace señas al aire.
La mariposa,

aquella mariposa ruin que se nutría de las más privadas
sensaciones,
vuela y revuela sobre los altos campanarios
(también hollados campanarios)
aún sin saber,
como no sabe nadie,

que ese amor que cada día grita
y gime, temeroso, matutino, inútil
(también gime)
bajo las tibias tejas de los corazones,
es un amor digno de toda lástima.

Toisha V (I) - Camilo José Cela


Ahora que ya tus ojos son como sal, y fértil
Tu inmensa boca es un volcán difunto.

Ahora que ya los lobos y las piedras,
Tus vestidos pegados cual olvidadas vendas

Y este atroz mineral que extraje de tu pecho,
Son reliquias tan ciertas como antiguos abrazos.

Ahora que tus axilas pueblan de olor el mundo
Donde yo con mi piel de viudo te presiento.

Ahora que tus zapatos, tus sostenes, tu lápiz de labios,
No me dan más que frío al encontrarlos.

Ahora que ya no puedo dormir donde has dormido
Porque mis ojos lloran azufre y yodo ardiendo.

Ahora que ya no puedo ver tu talla desnuda
Porque alambres al rojo se clavan en mi sexo.

Ahora que los domingos, salgo sin rumbo, inmóvil.
Y que tranvías, yeguas, las moradas mujeres ni el consuelo,
Han de torcer mi ruta de novio eternamente.

Ahora que ya conozco lo bastante a los hombres,
Para que no me fíe ni de mi pena misma.

Ahora que los difuntos, en montones austeros,
Son incapaces de hacerme verter lágrimas
Porque mis ojos son de cristal y aluminio.

Ahora que ya me olvido de qué es dormir tranquilo,
E imbéciles amigos pueblan mi soledad de compasiones que no quiero.

Ahora que mis dos manos son totalmente inútiles
Porque en clavos con óxido sólo encuentran tu cuerpo.

Ahora que ya mi boca pudiera cerrarse eternamente,
Porque tus salobres ingles, tus sustanciosos huesos,
Ya ni me pertenecen.

Ahora que ni cuchillos, ni pistolas, ni ojos envenenados,
Me hacen temblar de miedo, porque un solo veneno
Es quien late en mis pulsos.

sábado, 29 de agosto de 2009

Paralelas - Mel


No te humilles,
no intentes mostrarte incansablemente.
No me humilles,
sintiendo lástima por el amor que aún siento.

No pierdas tu dignidad,
quiero mantener intacto
el recuerdo de un buen hombre.
No me hagas indigna
de un amor que se manifestó soberbio,
y que sobrevive en el olvido.

No desperdicies tu tiempo
en llamar mi atención:
desde siempre estuve atenta a tus caprichos.
No desperdicies mi vida,
mi tiempo es la marcha de tus pasos,
eternamente estoy asociada a vos.

No me des vuelta la cara,
amé cada rincón de tu rostro,
dejáme creer que es un poco mío.
No tengo en mi mente
otra cosa que tu cara y tu mirada,
y la querencia de tus labios en mi cuerpo.

No te inquietes,
me obligo a perderme y no volver,
temo que tu odio me enfrente.
Yo no puedo estar más quieta,
quedé estancada en tus días,
adherida a la fugacidad de tus sueños.

No me olvides,
sólo me salva la esperanza
de que yo fui alguna vez una certeza.
No te olvido,
tu recuerdo es mi único refugio,
es el sitio donde no se anima a entrar mi soledad.

-Mel-

Veré por ti - Miguel de Unamuno


«Me desconozco», dices; mas mira, ten por cierto
que a conocerse empieza el hombre cuando clama
«me desconozco», y llora;
entonces a sus ojos el corazón abierto
descubre de su vida la verdadera trama;
entonces es su aurora.

No, nadie se conoce, hasta que no le toca
La luz de un alma hermana que de lo eterno llega
y el fondo le ilumina;
tus íntimos sentires florecen en mi boca,
tu vista está en mis ojos, mira por mí, mi ciega,
mira por mí y camina.

«Estoy ciega», me dices; apóyate en mi brazo
y alumbra con tus ojos nuestra escabrosa senda
perdida en lo futuro;
veré por ti, confía; tu vista es este lazo
que a ti me ató, mis ojos son para ti la prenda
de un caminar seguro.

¿Qué importa que los tuyos no vean el camino,
si dan luz a los míos y me lo alumbran todo
con su tranquila lumbre?
Apóyate en mis hombros, confíate al Destino,
Veré por ti, mi ciega, te apartaré del lodo,
te llevaré a la cumbre.

Y allí, en la luz envuelta, se te abrirán los ojos,
Verás cómo esta senda tras de nosotros lejos,
se pierde en lontananza
y en ella de esta vida los míseros despojos,
y abrírsenos radiante del cielo a los reflejos
lo que es hoy esperanza.

La Hora - Juana de Ibarbourou


Tómame ahora que aún es temprano
y que llevo dalias nuevas en la mano.

Tómame ahora que aún es sombría
esta taciturna cabellera mía.

Ahora que tengo la carne olorosa
y los ojos limpios y la piel de rosa.

Ahora que calza mi planta ligera
la sandalia viva de la primavera.

Ahora que en mis labios repica la risa
como una campana sacudida aprisa.

Después..., ¡ah, yo sé
que ya nada de eso más tarde tendré!

Que entonces inútil será tu deseo,
como ofrenda puesta sobre un mausoleo.

¡Tómame ahora que aún es temprano
y que tengo rica de nardos la mano!

Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca
y se vuelva mustia la corola fresca.

Hoy, y no mañana. ¡Oh amante! ¿no ves
que la enredadera crecerá ciprés?

Es verdad - Federico García Lorca


¡Ay qué trabajo me cuesta
quererte como te quiero!

Por tu amor me duele el aire,
el corazón
y el sombrero.

¿Quién me compraría a mí
este cintillo que tengo
y esta tristeza de hilo
blanco, para hacer pañuelos?

¡Ay qué trabajo me cuesta
quererte como te quiero!

Aquarela - Toquinho - Vinicius de Moraes

Numa folha qualquer / En una hoja cualquiera
Eu desenho um sol amarelo / Yo dibujo un sol amarillo
E com cinco ou seis retas / Y con cinco o seis rectas
É fácil fazer um castelo... / es fácil hacer un castillo...

Corro o lápis em torno / Paso el lápiz alrededor
Da mão e me dou uma luva / de mi mano y hago un guante
E se faço chover / y si hago llover
Com dois riscos / con dos trazos
Tenho um guarda-chuva... / tengo un paraguas...

Se um pinguinho de tinta / Si un pingüino de tinta
Cai num pedacinho / cae en un pedacito
Azul do papel / azul de papel
Num instante imagino / en un instante imagino
Uma linda gaivota / a una gaviota
A voar no céu... / volar en el cielo

Vai voando / Va volando
Contornando a imensa / contorneando la inmensa
Curva Norte e Sul / curva de norte a sur
Vou com ela / Voy con ella
Viajando Havaí / viajando a Hawai
Pequim ou Istambul / Pequín o Estámbul
Pinto um barco a vela / Pinto un barco a vela
Branco navegando / blanco navegando
É tanto céu e mar / Hay tanto cielo y mar
Num beijo azul... / en un beso azul

Entre as nuvens / Entre las nubes
Vem surgindo um lindo / viene surgiendo un lindo
Avião rosa e grená / avión rosa y granate
Tudo em volta colorindo / coloreando todo alrededor
Com suas luzes a piscar... / con sus luces titilando

Basta imaginar e ele está / Basta imaginar y está
Partindo, sereno e lindo / partiendo, sereno y lindo
Se a gente quiser / Si uno quisera
Ele vai pousar... / él va a terrizar

Numa folha qualquer / En una hoja cualquiera
Eu desenho um navio / yo dibujo un barco
De partida / partiendo
Com alguns bons amigos / con algunos buenos amigos
Bebendo de bem com a vida... / bebiendo bien con la vida

De uma América a outra / De una América a otra
Eu consigo passar num segundo / consigo pasar en un segundo
Giro um simples compasso / giro un compás simple
E num círculo eu faço o mundo... / y en un círculo hago el mundo...

Um menino caminha / Un niño camina
E caminhando chega no muro / y caminando llega a un muro
E ali logo em frente / y luego allí en frente
A esperar pela gente / esperando por uno
O futuro está... / el futuro está...

E o futuro é uma astronave /Y el futuro es una nave espacial
Que tentamos pilotar / que tenemos que pilotear
Não tem tempo, nem piedade / no tien tiempo, ni piedad
Nem tem hora de chegar / ni tiene hora de llegada
Sem pedir licença / sin pedir permiso
Muda a nossa vida / cambia nuestra vida
E depois convida / e después nos invita
A rir ou chorar... / a reír o llorar---

Nessa estrada não nos cabe / En ese camino no nos cabe
Conhecer ou ver o que virá / conocer o ver lo que vendrá
O fim dela ninguém sabe / y su fin nadie sabe
Bem ao certo onde vai dar / ciertamente dónde va a dar
Vamos todos / Vamos todos
Numa linda passarela / en una linda pasarela
De uma aquarela / de una acuarela
Que um dia enfim / que un díia al fin
Descolorirá! / perderá su color!

Numa folha qualquer / En una hoja cualquiera
Eu desenho um sol amarelo / yo dibujo un sol amarillo
(Que descolorirá!) / (que perderá su color!)
E com cinco ou seis retas / y con cinco o seis rectas
É fácil fazer um castelo / es fácil hacer un castillo
(Que descolorirá!) / (que perderá su color!)
Giro um simples compasso / giro un simple compás
Num círculo eu faço / un círculo hago
O mundo / un mundoi
(Que descolorirá!)... / que perderá su color

Tus cinco toritos negros - Manuel Benítez Carrasco


Contra mis cinco sentidos
tus cinco toritos negros.
Torito negro tus ojos
torito negro tu pelo
torito negro tu boca
torito negro tu beso.
Y el más negro de los cinco,
tu cuerpo, torito negro.

Barreras puse a mis ojos,
tus ojos me las rompieron.
Barreras puse a mis manos,
les hizo sombra tu pelo.
Barreras puse a mi boca,
tu boca les prendió fuego.
Puse mi beso en barreras,
tu beso las hizo leño.
Y puse duras barreras
de zarzamora al recuerdo
y saltó sobre las zarzas
tu cuerpo, torito negro.

Deja, que no quiero verte.
Déjame que no te quiero.

Y luego monté mis ojos
sobre un caballo de miedo.
Tus ojos me perseguían
Como dos toritos negros.
Y luego metí mis manos
bajo un embozo de fuego;
tu pelo se me enredaba
como un torito negro.
Y luego junté mi boca
contra la cal de mi encierro.

Tu boca estaba acechando
igual que un torito negro.
Y luego mordí mi almohada
ara contener mi beso,
tu beso me corneaba
igual que un torito negro.
Y luego arañé mi carne
de tentación y deseo
para que no me gritara
que yo te estaba queriendo.
Y tu cuerpo encandilado
mimbre, luna, bronce y fuego
se me plantó ante los ojos
igual que un torito negro.

Deja, que no quiero verte.
Déjame, que no te quiero

El aire del cuarto estaba
temblando con tu recuerdo.
Cien caballos por mis venas
a galope por mi cuerpo
y yo jinete sin rienda
luchando por contenerlos.
Cien herreros en mi boca
trabajando con mis besos,
y yo queriendo ser fragua
para poder deshacerlos.
Cien voces en mi garganta
gritándome que te quiero,
y yo, mentira infinita,
gritando que no te quiero.

Salí por aire al balcón...
me tropecé con el cielo.
Aquel cielo quieto y hondo,
verde, blanco, azul y negro,
igual que el de aquella noche
de nuestro primer encuentro
en que me hirieron, al paso,
tus cinco toritos negros.

Y me acordé de aquel aire
que jugaba con tu pelo
como un niño a quien le gustan
los caracolillos negros.

Y me acordé de aquel rayo
de luna, fino y torero,
que puso dos banderillas
de luz en tus ojos negros.
Y de aquel dolor de labios
que nos quedó de aquel beso,
y de aquel dolor de brazos
y de aquel dolor de huesos
y de aquella caracola
de amor, que quedó por dentro
como un mar de amor dormido:
... que te quiero... que te quiero...

Y se me escapó la voz;
grité: te quiero, te quiero.

Y ya no junté mi boca
contra la cal de mi encierro
y ya no mordí mi almohada
para contener mi beso,
y ya no metí mis manos
bajo un embozo de fuego.
Junté mi beso a tu boca,
junté mi boca a tu beso,
y otra vez aquel dolor
y aquel temblor de recuerdos
pensando en aquella noche
de nuestro primer encuentro.

Te quise siempre, te quise,
te quiero siempre, te quiero.
Aunque no puedo quererte,
Te quiero.
Aunque no debo quererte,
Te quiero.
Aunque en cunas de tu casa
Se está meciendo un almendro,
Te quiero.
Aunque tú tienes dos lirios
Que se te cuelgan del cuello,
Te quiero, te quiero.
Y aunque ponga más barreras
de zarzamora al reduerdo
para que nunca las salten
tus cinco toritos negros,
torito negro tus ojos,
torito negro tu pelo,
torito negro tu boca,
torito negro tu beso,
y el más negro de los cinco,
tu cuerpo, torito negro,
te quise siempre, te quise,
te quiero siempre, te quiero.

Una mujer desnuda y en lo oscuro - Mario Benedetti


Una mujer desnuda y en lo oscuro
tiene una claridad que nos alumbra
de modo que si ocurre un desconsuelo
un apagón o una noche sin luna
es conveniente y hasta imprescindible
tener a mano una mujer desnuda.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera un resplandor que da confianza
entonces dominguea el almanaque
vibran en su rincón las telarañas
y los ojos felices y felinos
miran y de mirar nunca se cansan.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
es una vocación para las manos
para los labios es casi un destino
y para el corazón un despilfarro
una mujer desnuda es un enigma
y siempre es una fiesta descifrarlo.

Una mujer desnuda y en lo oscuro
genera una luz propia y nos enciende
el cielo raso se convierte en cielo
y es una gloria no ser inocente
una mujer querida o vislumbrada
desbarata por una vez la muerte.

Hora tras hora, día tras día - Rosalía de Castro


Hora tras hora, día tras día,
Entre el cielo y la tierra que quedan
Eternos vigías,
Como torrente que se despeña
Pasa la vida.

Devolvedle a la flor su perfume
Después de marchita;
De las ondas que besan la playa
Y que una tras otra besándola expiran
Recoged los rumores, las quejas,
Y en planchas de bronce grabad su armonía.

Tiempos que fueron, llantos y risas,
Negros tormentos, dulces mentiras,
¡Ay!, ¿en dónde su rastro dejaron,
En dónde, alma mía?

Sin Fin - Mel


Al menos por hoy mi amor
no hablemos de la muerte.
Sólo por hoy no sintamos
que es parte de nuestra cotidianeidad.
Creamos, sólo por hoy
que pertenecemos al infinito,
que fuimos secuestrados por la eternidad.
Busquemos salir de este ahogo
que no nos permite
vivir estos últimos momentos.
Seamos como otros,
que viven sin sentir a la muerte
como a un tercero en discordia.
Pensemos, al menos hoy
que el fin sólo es de los otros,
y que a nosotros nos pasa por al lado
sin siquiera rozarnos.
Que nos encerraron en un laberinto,
pero uno que nada tenga que ver con la muerte,
del que se pueda salir sólo con vida,
y su salida sea la vida,
y sus paredes y sus vueltas y contravueltas,
y su premio sea más vida.
Mirémonos en un espejo.
Los espejos reflejan,
repiten hasta el cansancio,
mirémonos, entonces,
y veamos nuestras vidas reflejadas una y otra vez,
incansablemente, que así la muerte no podrá atraparnos.
No quiero que te mueras;
si con sólo decirlo pudiera lograrlo.
Tu muerte es mi muerte,
si hablás de una traes a la otra.
Por eso, no la nombres,
no la pienses, no la llames,
no sientas otra cosa más que este amor,
que al menos una vez
él venza esta infame batalla.

-Mel-

Soy - Jorge Luis Borges


Soy el que sabe que no es menos vano
que el vano observador que en el espejo
de silencio y cristal sigue el reflejo
o el cuerpo (da lo mismo) del hermano.

Soy, tácitos amigos, el que sabe
que no hay otra venganza que el olvido
ni otro perdón. Un dios ha concedido
al odio humano esta curiosa llave.

Soy el que pese a tan ilustres modos
de errar, no ha descifrado el laberinto
singular y plural, arduo y distinto,

del tiempo, que es uno y es de todos.
Soy el que es nadie, el que no fue una espada
en la guerra. Soy eco, olvido, nada.

Poema New York - Federico García Lorca


Debajo de las multiplicaciones
hay una gota de sangre de pato.
Debajo de las divisiones
hay una gota de sangre de marinero.
Debajo de las sumas, un río de sangre tierna;
un río que viene cantando
por los dormitorios de los arrabales,
y es plata, cemento o brisa
en el alba mentida de New York.
Existen las montañas, lo sé.
Y los anteojos para la sabiduría,
lo sé. Pero yo no he venido a ver el cielo.
He venido para ver la turbia sangre,
la sangre que lleva las máquinas a las cataratas
y el espíritu a la lengua de la cobra.
Todos los días se matan en New York
cuatro millones de patos,
cinco millones de cerdos,
dos mil palomas para el gusto de los agonizantes,
un millón de vacas,
un millón de corderos
y dos millones de gallos
que dejan los cielos hechos añicos.
Más vale sollozar afilando la navaja
o asesinar a los perros en las alucinantes cacerías
que resistir en la madrugada
los interminables trenes de leche,
los interminables trenes de sangre,
y los trenes de rosas maniatadas
por los comerciantes de perfumes.
Los patos y las palomas
y los cerdos y los corderos
ponen sus gotas de sangre
debajo de las multiplicaciones;
y los terribles alaridos de las vacas estrujadas
llenan de dolor el valle
donde el Hudson se emborracha con aceite.
Yo denuncio a toda la gente
que ignora la otra mitad,
la mitad irredimible
que levanta sus montes de cemento
donde laten los corazones
de los animalitos que se olvidan
y donde caeremos todos
en la última fiesta de los taladros.
Os escupo en la cara.
La otra mitad me escucha
devorando, cantando, volando en su pureza
como los niños en las porterías
que llevan frágiles palitos
a los huecos donde se oxidan
las antenas de los insectos.
No es el infierno, es la calle.
No es la muerte, es la tienda de frutas.
Hay un mundo de ríos quebrados y distancias inasibles
en la patita de ese gato quebrada por el automóvil,
y yo oigo el canto de la lombriz
en el corazón de muchas niñas.
óxido, fermento, tierra estremecida.
Tierra tú mismo que nadas por los números de la oficina.
¿Qué voy a hacer, ordenar los paisajes?
¿Ordenar los amores que luego son fotografías,
que luego son pedazos de madera y bocanadas de sangre?
No, no; yo denuncio,
yo denuncio la conjura
de estas desiertas oficinas
que no radian las agonías,
que borran los programas de la selva,
y me ofrezco a ser comido por las vacas estrujadas
cuando sus gritos llenan el valle
donde el Hudson se emborracha con aceite.

El Miedo - Alejandra Pizarnik


En el eco de mis muertes
aún hay miedo.
¿Sabes tu del miedo?
Sé del miedo cuando digo mi nombre.
Es el miedo,
el miedo con sombrero negro
escondiendo ratas en mi sangre,
o el miedo con labios muertos
bebiendo mis deseos.
Sí. En el eco de mis muertes
aún hay miedo.