La calle es como una herida abierta en el cielo.
Yo no sé si fue un Ángel o un ocaso la claridad que ardió en la hondura.
Insistente, como una pesadilla, carga sobre mí la distancia. Al horizonte un alambrado le duele.
El mundo está como inservible y tirado.En el cielo es de día, pero la noche es traicionera en las zanjas.
Toda la luz está en las tapias azules y en ese alboroto de chicas.
Ya no sé si es un árbol o es un dios, ese que asoma por la verja herrumbrada.
Cuántos países a la vez: el campo, el cielos, las afueras. Hoy he sido rico de calles y de ocaso filoso y de la tarde hecha estupor.
Lejos, me devolveré a mi pobreza.
Luna de enfrente (1925)
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